Yasna Cancino: “Justicia social y paz”

Yasna Cancino: “Justicia social y paz”
Yasna Cancino Rosson, abogada y magíster en derecho.

Todos los que vivimos en Chile tenemos el derecho a vivir en Paz. Todos tenemos derecho a la libertad de conciencia y pensamiento y eso nos impone el deber de respetar la diversidad del pensamiento político. Lo que no existe es un derecho al uso de la violencia como mecanismo para lograr cambios sociales.


Por Yasna Cancino Rosson (abogada y magíster en derecho)

                                           En octubre pasado, fuimos testigos de cómo la ciudadanía salió a las calles a protestar en contra de las inequidades que persisten en nuestro país. Un sistema de salud lento y burocrático con los más vulnerables, pensiones de vejez insuficientes para cubrir las necesidades de nuestros adultos mayores, educación de mala calidad y así, una larga lista.

Yo soy una mujer de Derecha, lo digo con todas sus letras y milito en  el Partido Republicano. Pero eso no me impide ver la justicia de estas demandas y solidarizar con ellas, porque de una u otra forma, nos afectan a todos.  Provengo de una familia pobre, mis padres se atienden en la salud pública, reciben pensiones bajas y yo misma estudié en educación pública. Esa realidad es parte de mi vida.

Cuando todo ese dolor se evidenció tras el 18 de octubre, salieron los políticos de uno y otro lado haciendo el mea culpa por su indiferencia. Pero también vimos como la protesta social fue capturada por grupos de violencia y delincuencia: los saqueos, los incendios y barricadas, se volvieron el pan de cada día en las grandes ciudades, afectando la vida de millones de chilenos que, habiendo salido a marchar por mayor justicia social, se vieron inmersos en una explosión delictual.

No faltaron los políticos de izquierda extrema que se regocijaron con esto, y se pasearon por cuanto matinal hay justificando la violencia.

Esa no es la vía.

Todos los que vivimos en Chile tenemos el derecho a vivir en Paz. Todos tenemos derecho a la libertad de conciencia y pensamiento y eso nos impone el deber de respetar la diversidad del pensamiento político. Lo que no existe es un derecho al uso de la violencia como mecanismo para lograr cambios sociales.

Por esto, mi percepción del 18 de octubre, es que las legítimas demandas sociales, las cuales de forma transversal apoyamos los chilenos, fueron UTILIZADAS por sectores radicalizados de izquierda, para imponer una agenda de forma totalitaria y anti democrática y por la misma razón, es que rechazamos el acuerdo por la paz, con el que se pactó la agenda constituyente, dado que no fue el fruto de una deliberación libre y pacífica.

Respecto del plebiscito, desde el día uno definí que mi opción sería de RECHAZO, básicamente porque tengo un compromiso con la honestidad y transparencia, que me impide ser parte de un gran engaño al país.

Me explico. Es mentira que se requiera una nueva constitución para mejorar el sistema de salud. De hecho, la actual constitución permitió al Estado tomar el control de la red pública y privada y ponerla al servicio de la comunidad y vemos, que pese al alto nivel de casos, aún el sistema resiste y que la tasa de mortalidad se mantiene entre las más bajas del mundo. Tampoco se requiere una nueva constitución para mejorar las pensiones. La reforma previsional que está en el Congreso, apunta a mejorar las pensiones y a fortalecer el pilar solidario. Pero la izquierda se niega a aprobarla. Es falso que la propiedad privada sea intocable en la Constitución. El Estado puede, bajo situaciones de urgencia, disponer las medidas necesarias, incluso expropiaciones, en pro del bien común.

Por esto, es que no necesitamos entrar en un proceso de 2 años para cambiar la constitución, no necesitamos gastar 200 mil millones de pesos, ni necesitamos transitar una ruta oscura y de destino incierto.

Las demandas que la gente levantó en octubre, las podríamos enfrentar ahora, porque los cambios sociales que la gente justamente reclama se pueden materializar mediante políticas públicas y buenas leyes. No partiendo de cero. Un ejemplo claro lo tenemos en la aprobación de la ley que limita la reelección de los parlamentarios y otras autoridades, donde no fue necesario modificar la Constitución para lograrlo. Bastó la voluntad política.

Esto me lleva al titular de esta columna: Justicia social y paz. No podemos poner tensión entre la necesidad de un Chile más justo y la paz. Una cosa es la legítima protesta y otra la rebelión. La protesta legítima es un Derecho de los pueblos para promover el cambio social, dentro de un sistema democrático, donde nuestros representantes deben conducir su trabajo en base a lo que postulan los electores. Sólo los cambios gestados por este camino, democrático y pacífico, son legítimos.

En cambio, cuando abandonamos la vía del diálogo, sólo queda el camino de la violencia y destrucción, lo que provoca mayor dolor y sufrimiento a todos, en especial a los más vulnerables. Por eso insisto en la necesidad de conjugar la justicia social con la paz, dos hermanas que deben actuar en conjunto, bajo las reglas del sistema democrático.

En ese sentido, el aprendizaje que la crisis social y la pandemia nos va dejando, es que Chile debe estar unido para dar una mejor respuesta a la gente que nos necesita. Se debe dejar de lado las posturas radicales del todo o nada y no caer en la tentación del populismo y el discurso irresponsable.

La gente está sufriendo y necesita soluciones. Si aún el barco se mantiene a flote, es gracias al esfuerzo sobrehumano de todos los funcionarios de salud de nuestro país. A ellos el reconocimiento, las gracias y los aplausos.

Ahora se necesita que los políticos hagan su parte. Que tomen conciencia de ese sufrimiento y, con sentido de urgencia, colaboren para construir juntos las mejores soluciones. En eso, el partido Republicano ha formulado propuestas al gobierno y esperamos que sean recogidas en el acuerdo que se está trabajando en este momento.

Tengo la convicción que los problemas transversales, deben ser enfrentados en unidad y no con confrontación. Chile tiene un tremendo historial de unión y solidaridad frente a las catástrofes que hemos vivido y por eso, apelo a ese historial para superar la pandemia. Juntos, somos mejores.

 

(El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Séptima Página Noticias).