Lenin Fuentes: “El ciudadano-pueblo que resiste”
¿Qué le queda al ciudadano-pueblo de este País ante este contexto? La primera expresión de organización y resistencia son las ollas comunes, comedores populares o almuerzos solidarios que se han multiplicado por el país. Obvio, se debe saciar el hambre y que no quepa duda, todas estas son una expresión de resistencia y lucha social que si bien las inspira la ideología del bien común y la solidaridad, en el fondo son un bofetón al sistema político que le niega los recursos económicos a esa masa trabajadora y precarizada por el sistema político y económico al que le dijimos no más en la revuelta que se inició el 18/O y que aún se mantiene en curso.
Por Lenin Fuentes Barros (Coordinador Comando Apruebo Chile Digno Linares)
Es sabido por todos que en momentos de crisis afloran las fortalezas y debilidades, tanto humanas como sociales. Es decir, ante una emergencia como la que vive nuestro país, hemos podido observar como enfrentamos esta situación a nivel personal, familiar y también a nivel País, con un Estado jibarizado de corte neoliberal.
Indignante, resulta ver como las autoridades de gobierno, sin asumir un ápice de responsabilidad, culpan al ciudadano-pueblo de los desastrosos números que nos deja la pandemia tanto a nivel de contagio (que se mantiene sin observarse la meseta por el momento), como también de muertos, que a la fecha superan los 2 mil, lamentablemente, y que seguramente cuando exista la posibilidad de transparentar las cifras, serán bastante más. Así lo demuestran estudios alternativos y muy serios que se han hecho público en los últimos días, los que han obligado al gobierno a cambiar la metodología con la que se cuantifican los decesos por la pandemia.
En este escenario, donde las personas son puestas al límite, al verse exigidas por una cuarentena y el cómo sustentar este periodo de encierro e inactividad productiva, quedan a la vista las grandes debilidades del sistema. ¿Cómo le exigimos cuarentena a una persona que vive de sus ingresos diarios? No hay forma, al menos que garanticemos como Estado su sustento y el de su familia. Esto no está ocurriendo y difícilmente ocurrirá con la entrega de una escuálida caja de alimentos que, además lleva de contrabando una carta del presidente, que reza entre sus frases “Chile es una familia y una familia no deja solo a ninguno de sus miembros”. Más bien, esto podría ser interpretado como otra de las tantas provocaciones del presidente. Sí, porque lo que sucede hoy en Chile es que el Estado, que lo administra la derecha política y empresarial están dejando a su suerte a los millones de ciudadanos afectados por el contagio y las tardías cuarentenas, que no tiene por finalidad evitar la propagación, ya que se aplican cuando el virus está haciendo de las suyas en la población.
¿Qué le queda al ciudadano-pueblo de este País ante este contexto? La primera expresión de organización y resistencia son las ollas comunes, comedores populares o almuerzos solidarios que se han multiplicado por el país. Obvio, se debe saciar el hambre y que no quepa duda, todas estas son una expresión de resistencia y lucha social que si bien las inspira la ideología del bien común y la solidaridad, en el fondo son un bofetón al sistema político que le niega los recursos económicos a esa masa trabajadora y precarizada por el sistema político y económico al que le dijimos no más en la revuelta que se inició el 18/O y que aún se mantiene en curso.
Trascendidos de prensa señalan que en la “nueva cocina” convocada por el gobierno y en la que participan algunos partidos de oposición, se estaría por acordar un ingreso de emergencia de alrededor de los 100 mil por integrante del grupo familiar (o al menos bordeando la línea de la pobreza), pero esto tiene la gran piedra de tope en el plan de reactivación que está proponiendo el gobierno, del cual aún no se conoce nada y seguramente debe tener más de alguna sorpresa. No hay duda que se deben estar discutiendo los montos para el salvataje de las grandes empresas y las condiciones en que se hará. Es bueno dejar en claro, que ningún actor social o político está en desacuerdo en reactivar el empleo y aportar recursos a empresas que son estratégicas, sin embargo, hay mucho paño que cortar en este ámbito, ya que las ganancias que en general han obtenido las grandes empresas chilenas son en cifras estratosféricas, por lo tanto bien cabe la pregunta ¿Por qué no usan en la reactivación los recursos obtenidos como ganancia durante las últimas décadas? Bueno, es sabido y corroborado por la historia que al gran empresariado (al que no le gusta que el Estado sea fuerte y sólido) siempre le ha gustado ser el gran beneficiario del Estado.
La pandemia, en términos políticos, le “regala al gobierno” un respiro para recuperar el control luego de la revuelta. Les da un espacio de acción que pudieran haber utilizado para hacer sintonía con la ciudadanía y en esta situación ofrecer garantías mínimas para el cuidado y sustento de la población. La pandemia los retrata de cuerpo entero y muestra quienes son en realidad. No se complican con mantener al pueblo pasando hambre y enfermo, además se dan el lujo de pautear a sus funcionarios para que entreguen la famosa cajita con mensajes del presidente y tomen buenas fotos para las redes sociales.
En esta realidad, nada está dicho aun. La resistencia puede tomar distintas formas y alternativas de lucha que cada organización se da, las que convergerán necesariamente en un gran movimiento por un Chile nuevo, el que partirá en Octubre aprobando la nueva Constitución, que garantice las condiciones mínimas y necesarias para la vida y la salud de todos los que habitamos este país.
(El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Séptima Página Noticias).