Yasna Cancino: "La dañina viveza"

Yasna Cancino: "La dañina viveza"
Yasna Cancino Rosson, abogada y magíster en derecho.

Pero hay mucho más. Aquellos que no respetan el toque de queda, hacen carreras clandestinas, fiestas masivas, organizan asados en la calle o en multicanchas. Otros “ingeniosos” arriendan perros para sacar salvoconductos para “pasear” a la mascota, o piden horas médicas (a las que no asistirán) solo para obtener el permiso para salir.


Por Yasna Cancino Rosson (abogada y magíster en derecho)

                                           Siempre nos hemos jactado de la solidaridad del Chileno, de como frente a las tragedias sacamos lo mejor de nosotros para ir en ayuda de quienes sufren. En el terremoto, el tsunami, los incendios forestales, erupciones volcánicas, aluviones, en fin… frente a cada catástrofe, afloró la nobleza, la unión y generosidad para levantarnos de las cenizas y salir adelante.

Ante la pandemia, los ejemplos de este tipo prosperan en múltiples rincones de nuestro país, pero del mismo modo, hemos sido testigos de un sin número de situaciones vergonzosas, donde se han infringido las normas sanitarias dispuestas para contener la propagación del Coronavirus.

El “vivaracho”, es aquel que se pasa de listo: se cuela en la fila, sube por la puerta trasera del micro, evade pagar el metro y en general siempre esta buscado la forma de no cumplir con las reglas que rigen la vida de la mayoría, haciendo alarde de su conducta.

Estas actitudes arrogantes y desafiantes proliferan y no distinguen condición social.

Escandalosos fueron los viajes en helicópteros a la costa. Claro, pensaron que solo controlarían a los que viajaban por vía terrestre. Luego, supimos del viaje en Jet privado de un grupo musical desde la capital a Temuco.

Pero hay mucho más. Aquellos que no respetan el toque de queda, hacen carreras clandestinas, fiestas masivas, organizan asados en la calle o en multicanchas. Otros “ingeniosos” arriendan perros para sacar salvoconductos para “pasear” a la mascota, o piden horas médicas (a las que no asistirán) solo para obtener el permiso para salir.

La genialidad es tal, que incluso se han conocido casos de empresas que solicitan salvoconductos masivos, cambiando su rubro de desempeño no esencial, obligando a sus trabajadores a concurrir a sus labores. Me refiero al caso de FashionPark y de un club de Golf del barrio alto de la capital.

Claramente, detrás de todos estos casos el fenómeno es el mismo: una actitud desafiante hacia la autoridad, unido a una autopercepción de superioridad intelectual, en la que depositan su confianza para salir impune de sus fechorías.

El problema, es que la inteligencia de esas “mentes brillantes”, parece no alcanzar para comprender el peligro en que ponen sus vidas y la de sus familias. En conclusión, esa inteligencia es inferior al ego de estos “vivarachos”, que ceden ante la adrenalínica tentación de transgredir las reglas.

Hoy lamentamos la muerte de miles de chilenos. Día tras día se notifican un gran número de muertes. Pero parece que tal desgracia, aún no es lo suficientemente dolorosa y trascendente para que los “vivarachos” entiendan la gravedad de la Pandemia.

Acá no se trata de torcerle la mano a la ley o a la autoridad. Se trata de poner en resguardo la propia vida y la vida de quienes nos rodean.

El llamado es entonces a seguir el más básico de los instintos de un ser vivo: el instinto de supervivencia.        

 

(El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Séptima Página Noticias).