Mariano Rivera Figueroa: a una semana de las elecciones de consejeros constitucionales: ¿y si miramos las cifras, pero todas?

Mariano Rivera Figueroa: a una semana de las elecciones de consejeros constitucionales: ¿y si miramos las cifras, pero todas?
Mariano Rivera, periodista.

La constatación final, luego de este peliagudo recorrido, es que los votos nulos y blancos conforman en sí mismo un rechazo heterogéneo y diverso al proceso impuesto. Se trata, fácticamente y de cara a la urna, de una decisión voluntaria de no escoger a los partidos políticos y sus pactos, que se surten del derecho a sufragio para cosificarlo y transformarlo en financiamiento fresco, a base de los impuestos regresivos que siempre paga la clase trabajadora, cuyo fin en caso de votar por los partidos, hubiese sido engordar las cuentas corrientes de dichas organizaciones y a sus dirigentes que, al fragor de las cifras expuestas, bastante dinero dejaron ir. Y digo “dejaron ir”, a sabiendas de que irán por más, disputando todos y hasta los nuevos escenarios, ojalá con un frente organizado que esta vez no sólo boicotee el negocio, sino que se erija y posicione como alternativa al saqueo constante. Como dijo por ahí el Fito: “¿Quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón?”.


Por Mariano Rivera Figueroa (Comunicador, docente, periodista y magíster en sociología)

                                                                              El 07 de mayo de 2023 se efectuaron las elecciones de consejeros constitucionales, cuya “oferta electoral” estaba compuesta por candidatas y candidatos designados, exclusiva y excluyentemente, por los partidos políticos pertenecientes al sistema partidario chileno. 

Reconociendo que los partidos políticos son estructuras representativas de ciertos sectores de la población y, por lo tanto, organizaciones legítimas, enfatizo en la exclusión de sectores independientes de los partidos políticos y pertenecientes a movimientos sociales, ambientales, populares, entre otros; a fin de destacar la misma legitimidad que gozan en la sociedad, en principio porque han logrado interpretar históricamente aquella subjetividad alejada de las lógicas y prácticas partidarias, articulando y expandiendo causas de interés colectivo. Redoblo el hincapié en la exclusión de los sectores independientes al sistema de partidos políticos, a saber, considerando el plebiscito de octubre de 2020 donde, mayoritariamente, la sociedad chilena dijo #MixtaNO, le quitó la potestad ética y técnica al congreso nacional y se la devolvió a los habitantes de la patria, decidiendo volver a redactar su Constitución Política, esta vez, incorporando a los sectores excluidos por siglos de historia de las decisiones acerca de los asuntos públicos: del destino de la nación. 

Claro está que en septiembre de 2022 la mayoría del electorado rechazó el proyecto emanado por la primera convención constitucional, pero la negativa era acerca de la propuesta redactada, no de la decisión que inició el camino hacia un nuevo contrato social, el cual nació reconociendo la participación de sectores independientes a los partidos políticos, con paridad de género e inclusión de personas pertenecientes a pueblos originarios, organizadas y agrupadas en listas.  En ese entonces, recordaremos, se hablaba de construir una casa para todas y todos, que fuera más parecida al ́Chile profundo ́ y que estuviera cimentada en el reconocimiento y celebración de la diversidad, invisibilizada desde la invasión europea en el s.XV, pasando por el período colonial, hasta la actualidad.

“La fiesta de la democracia”

Pasado las 18 horas del domingo 07 de mayo; desde el conteo de votos a la fecha, los medios de comunicación comerciales, es decir, dependientes del mercado, la publicidad y sus condiciones; dieron a conocer algunos de los resultados­ del proceso electoral.  Sin embargo, la información entregada se concentró, exclusiva y excluyentemente otra vez, en una parte de los resultados y no en todos, por lo tanto, ejerciendo el Derecho a la Comunicación e Información de manera sesgada, ignorando por desconocimiento o por absoluta claridad y consciencia de lo hecho, algunas cifras interesantes de reflexionar y que, al igual que los números ‘oficiales’ adornan también, como guirnaldas, la “fiesta de la democracia”.

El 07 de mayo, según cifras del Servicio Electoral (Servel), acudieron a las urnas para sufragar 12 millones 484 mil 109 personas (12.484.109) que significa un 78% de participación, de un padrón total auditado en 14 millones 959 mil 956 personas habilitadas para votar. Ese dato, por sí solo expresa la masiva asistencia que tuvo lugar en el proceso eleccionario, el cual podría haber estado motivado tanto por la convicción de cumplir con ‘el deber cívico’ y el sentido de república, o bien por la extorsión que implica tener que pagar una multa excesiva para la mayoría de las realidades chilenas, aún más en contexto de crisis y guerra económica.  Como fuere y sin dejar de ser multitudinaria, la participación real en contraste con el padrón total auditado y validado en las elecciones parlamentarias y presidenciales pasadas, en primera y segunda vuelta, se reduce al 65,1%.

A partir del mismo ejercicio matemático, es decir, analizando los votos reales obtenidos y someterlos al tamiz del padrón total auditado y habilitado para sufragar, el porcentaje correspondiente a los distintos pactos y listas de candidatos designados exclusiva y excluyentemente por los partidos políticos se reduce en todos los sectores.  De ese modo, la adhesión del Partido Republicano transita del 35% divulgado acríticamente por gran parte de las empresas informativas nacionales y transnacionales en Chile, considerando los votos válidamente emitidos como el 100%.  El PR, a juzgar por el total de personas que ejerció su derecho a sufragar en mayo, obtuvo el 27% de las preferencias y, si la cantidad real de votos obtenidos la sometemos al padrón completo y actualmente habilitado para votar auditado en 2021, el apoyo al partido de ultraderecha disminuye al 23%.  De todos modos, supera por lejos a los otros pactos, es decir, a los otros partidos políticos que compitieron en listas conjuntas, como la derecha tradicional que habría sostenido los últimos gobiernos del sector encabezado por Sebastián Piñera: UDI, RN y Evópoli, quienes alcanzaron el 21% difundido por la prensa, contabilizando únicamente los votos válidamente emitidos, pero que al cruzarlos con el padrón total de mayo de 2023 y de 2021, baja a 16% y 13%, respectivamente.  Del mismo modo, según el registro que se quiera escoger para construir la información, Unidad para Chile y sus partidos oficialistas obtuvieron el 28% de las preferencias, la cual baja a 22 y 18 por ciento, respectivamente.

Acerca de la profusa narrativa mediatizada desde el domingo por la noche, la de una ultra derecha victoriosa y casi sin contendores, cabe mencionar que el porcentaje reflotado una y otra vez se construye, exclusiva y excluyentemente una vez más, a partir del total de votos ‘válidamente emitidos’, cifrados en 9 millones 747 mil 435 sufragios (9.747.435).

Pacto y/o partido político

N° de personas/votos

% a partir de votos válidamente emitidos (9.747.435)

% a partir de total votos, participación real 2023 (12.484.109)

% a partir de total habilitados para votar, padrón completo (14.959.956

Republicano

3.468.258

35,4

27,7

23,1

Chile Seguro

(RN-UDI-EVO)

2.063.907

21

16,5

13,7

Unidad para Chile (RD-PC- -FRVS-COM-CS-PS-PL)

2.800.975

28,5

22,4

18,7

Todo por Chile (DC-PPD-RADICAL)

877.207

8,9

7

5,8

Participación real

9.747.435

100

78

65,1

Fuente: Servel

Sobre votos nulo, blanco y abstención electoral

Como una embestida moral en contra de las miles de personas que acudieron el domingo 07 de mayo a las urnas para ejercer su derecho, de manera soberana y asistiendo al llamado de participar de la jornada electoral, a partir del lunes 08 la narrativa se consolidó monolíticamente y se aplicó en diversas empresas informativas sin mayores modificaciones.  Se “bajó la línea” de cómo construir la noticia, coincidentemente en la misma línea del reproche emitido por los dirigentes de partidos políticos, respecto de las y los ciudadanos que decidieron votar nulo, blanco o, simplemente, abstenerse del proceso.  Como fuere, y sabiendo que los medios de comunicación no sólo informan, cuando lo hacen, sino que también construyen realidad y forjan el sentido común que luego será entendido como tal, común por las y los ciudadanos, desde la noche del 07 de mayo se trató de perfilar una actitud, por lo menos cuestionable, ligada a la apatía política, desinformación, ignorancia, o simplemente pereza y poco compromiso “con Chile, los chilenos”, la democracia y tanto cuánto quisiera agregar 'de su cosecha ́ el lector de noticias del medio de turno. 

Así, con algo de liviandad y empleando mecanismos propios de la cancelación, en diversos medios y matinales se escuchaba hablar de “los anulistas”, “irresponsables”; de la “chuzma inconsciente” de siempre que ahora le estaría 'haciendo el juego a la derecha' al no votar ciegamente por la oferta electoral de los partidos políticos.  Así, tanto dirigentes del sistema partidario, da igual el partido para estos efectos, arremetieron con fuerza aprovechando los micrófonos de todas las radios y canales masivos que se dispusieron a hacer altoparlante de aquellos calificativos.  Epítetos que recayeron, esta vez, en 2 millones 119 mil 506 personas que votaron nulo (16,9%), es decir, marcaron dos o más opciones para deslegitimar y rechazar un proceso cuestionado desde su origen. Juicios de valor que también sufrieron quienes votaron en blanco (4,5%) y, para qué decir, los 2 millones 475 mil 847 habitantes y pobladores que, a secas, decidieron abstenerse del “festejo” (19,8%). 

Cabe señalar que los votos nulos, blancos y la abstención electoral, como respuesta a un proceso cuestionado desde un inicio, reportó interesantes cifras, aun cuando se consideran simbólicas por no contar con los grados de incidencia directa en el devenir de la redacción de la constitución política de Chile.  Pero de símbolos también está hecha la vida, la realidad y la historia, por lo que las miles de personas que no sufragaron por los candidatos designados por los partidos políticos, es decir, quienes se opusieron a reproducir desde el rebaño lo que un sistema les delimitó como 12 bordes de la libertad cívica, tuvieron que enfrentar la ira de dirigentes, empresas informativas y sus comentaristas, por su legítimo derecho a sufragar por preferencias partidariamente incorrectas, con razones invisibilidades cuando no, criminalizadas por la prensa oficial y oficialista, y hasta por la purga realizada en los grupos de WhatsApp.

La constatación final, luego de este peliagudo recorrido, es que los votos nulos y blancos conforman en sí mismo un rechazo heterogéneo y diverso al proceso impuesto.  Se trata, fácticamente y de cara a la urna, de una decisión voluntaria de no escoger a los partidos políticos y sus pactos, que se surten del derecho a sufragio para cosificarlo y transformarlo en financiamiento fresco, a base de los impuestos regresivos que siempre paga la clase trabajadora, cuyo fin en caso de votar por los partidos, hubiese sido engordar las cuentas corrientes de dichas organizaciones y a sus dirigentes que, al fragor de las cifras expuestas, bastante dinero dejaron ir.  Y digo “dejaron ir”, a sabiendas de que irán por más, disputando todos y hasta los nuevos escenarios, ojalá con un frente organizado que esta vez no sólo boicotee el negocio, sino que se erija y posicione como alternativa al saqueo constante.  Como dijo por ahí el Fito: “¿Quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón?”.

 

(El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Séptima Página Noticias).