Juan XXIII en el mosaico de la catedral de Linares (Secreto bien guardado)

Juan XXIII en el mosaico de la catedral de Linares  (Secreto bien guardado)
Juan XXIII retratado en el hermoso mosaico del Templo Catedral de Linares.

Entre las primeras construcciones en nuestra ciudad, está la Iglesia Parroquial Francisco de la Mata Linares ofició al Obispo de Concepción Francisco José Maran (4 octubre 1794) indicando que podía construirse con parte del diezmo llamado “noveno y medio”, porción destinada por el rey para construir iglesias y hospitales.


Por Manuel Quevedo Méndez

(Director Biblioteca Pública Municipal de Linares)

 

                                                El 27 de abril de 2014, en Roma, se oficializa la santificación del Papa Juan XXIII y el Papa Juan Pablo II, en ceremonia religiosa católica que unía la ciudad del Vaticano con la diócesis de Linares, al cumplirse la intuición profética del artista italiano Giulio di Girólamo, autor de los mosaicos de la catedral encomendados por el obispo monseñor Augusto Salinas Fuenzalida.

Entre las primeras construcciones en nuestra ciudad, está la Iglesia Parroquial Francisco de la Mata Linares ofició al Obispo de Concepción Francisco José Maran (4 octubre 1794) indicando que podía construirse con parte del diezmo llamado “noveno y medio”, porción destinada por el rey para construir iglesias y hospitales.

El Subdelegado José Mª Vallejos e Ibáñez confeccionó el presupuesto, ejecutó y remitió, el 6 octubre 1796. Vallejos proponía dotar a la nueva iglesia con las campanas de la capilla de Longaví, de los jesuitas (expulsados en 1767, por decreto del Rey Carlos III de España). Se pone en marcha la obra, con erogaciones en dinero y en mano de obra de los vecinos, como albañiles y maestros de obras.

Entre 1796 y 1810 se encomendó al Maestro Mayor de Albañilería  Tiburcio Gúmera, iniciar la construcción del primer templo parroquial en la ciudad. Se levantó un plano, remitido (17 abril 1799) al arquitecto italiano Joaquín Toesca, quien no alcanzó a tomar nota, pues pronto falleció. En su reemplazo se nombró al ingeniero Agustín Caballero, quien informa (15 abril 1800) aceptando el proyecto de Gúmera, con algunas rectificaciones. El cura de Yerbas Buenas, Pablo de la Barra, que dirigía la obra, llegó trasladado de su parroquia a Linares (1796).

En 1805 los oficios religiosos se celebran en una humilde construcción. Con el terremoto de 1906 quedó muy deteriorada. Después de varias refacciones, S.S. Pío XI, creó la Diócesis y su primera Catedral el 18 octubre 1925.

En 1928, otro terremoto causó estragos en Linares y el templo fue demolido. Al primer Obispo de la Diócesis, Mons.  Miguel León Prado, correspondió reunir fondos para su reconstrucción. Pese a su tenacidad, solo alcanzó a bendecir la "primera piedra", el 1 de Mayo de 1932. La muerte lo sorprendió el 3 de marzo de 1934.

El siguiente Obispo, Mons. Juan Subercaseaux Errázuriz, llegó a Linares (12 mayo 1935),  reemprendiendo las obras. El contratista Gumercindo Córdova y cuadrilla de obreros retiraban los escombros, El joven obispo se reunía con los arquitectos Carlos Bresciani y Jorge del Campo Rivera y con Fray Pedro -famoso hermano del obispo-, precisando los planos  de la nueva Catedral.

Mons. Subercaseaux prefirió el estilo románico, asociando la nueva Iglesia con la Basílica de San Ambrosio de Milán. La torre sería remembranza del campanil  de la joya arquitectónica del norte italiano. En febrero de 1936 se aceleran los cimientos y el 8 de mayo, Mons. Subercaseaux bendijo los tijerales. 

Luego de viajar a Estados Unidos y Europa, consagra la Capilla del Recuerdo, bajo el Altar Mayor, e inaugura el Sepulcro del primer Obispo, Mons. Miguel León Prado. Los trabajos avanzarán, lentamente. En abril de 1940 Mons. Subercaseaux es nombrado Arzobispo de La Serena, donde fallece en un accidente.   

El 15 de junio de 1941 lo sucede Mons. Roberto Moreira, hasta su deceso el 1 de abril de 1958. Queda sepultado en la Cripta del Recuerdo. El 10 de agosto de 1958,  llega  Mons. Augusto Salinas Fuenzalida quien encomienda al célebre artista italiano Giulio Di Girólamo el embellecimiento de la Iglesia Catedral.

El 7 de septiembre de 1963, se efectúa la solemne Dedicación de la Catedral con  asistencia del Cardenal Mons. Raúl Silva Henríquez.

Lo más admirable del legado de Giulio di Girólamo es el mosaico, uno de los mayores y más hermosos de América, destacando como extraordinario, en su género.

El 10 de noviembre de 1967 llegaba a Linares, el Nuncio Apostólico de la Santa Sede Mons. Carlo Martini, para la Bendición de los Mosaicos  de la Catedral. 

El domingo 27 de abril de 2014, día de la Santificación del Papa Juan XXIII y Juan Pablo II en Roma, en nuestra ciudad, misa dominical de las 11:30 hrs.; a solo horas de lo ocurrido en Roma, Plaza de San Pedro, ceremonia de Santificación de ambos Papas, en Linares se descubre la corona de santo, que lleva el Papa Juan XXIII.

Ambas situaciones, están curiosamente unidas por esas acciones que la vida depara a determinadas personas. El personaje que las enlaza es Giulio di Girólamo Antonuzzi, los mosaicos de nuestra catedral de San Ambrosio y el Papa Juan XXIII.

El relato del P. Silvio Jara, Vicario de la Diócesis de Linares, reveló que en la década del 60, el artista Guilio di Girólamo, autor del mosaico de la catedral había pintado una aureola sobre la cabeza del Papa Juan XXIII; vaticinando que algún día sería santo.

Ante la situación, celosamente guardada, se solicitaba que cuando fuera santificado se descubriera, ya que encima había utilizado una témpera azul, como si fuera parte del cielo; que aparece en el resto del mosaico, en su parte superior. Se trataba de una aureola de color oro, para lo cual se trajeron las pastillas de mosaico desde Murano, Italia, cerca de Venecia; donde está la fábrica de mosaicos más importante del mundo.

Hay un principio en la iglesia: no se puede rendir culto público a una persona, hasta que no haya sido oficialmente declarado Santo. En ese sentido, en el mosaico de la catedral, no se podía pintar al Papa Juan XXIII con la aureola de oro.

Estando en Roma, el P. Silvio Jara fue llamado por Don Giulio (con edad bastante avanzada), para recibir la información del secreto; que tenía bien guardado. “El artista pensaba que no estaría vivo para cuando Juan XXIII fuera declarado Santo” y, posteriormente, señala el P. Silvio, “los hijos de Giulio di Girólamo también conocieron el secreto”. Cuarenta y siete años estuvo guardado el secreto de esta profética intuición del artista.

Giulio di Girólamo está sepultado junto a su esposa Elvira Carlini en la Catedral de Linares, desde el 18 octubre 2006. Su hijo Claudio y nietos participaron en la misa solemne del domingo 27 de abril de 2014, en la Catedral de Linares, donde se develó este secreto, para admiración de la feligresía y turistas.

 

_Bibliografía: Diario El Heraldo

_Foto Juan XXIII, de Matías Cruzat López