"Violencia oculta: la que todos vemos sin darnos cuenta", es el título de la columna de opinión de la directora regional de Prodemu
Las formas sutiles de violencia, contribuyen a reforzar la cultura de discriminación hacia las mujeres y dan paso a situaciones de violencia visible. Mientras que las formas más extremas de violencia son claramente menos toleradas por la sociedad, sin embargo, al mismo tiempo, existe mayor permisividad para otros tipos menos graves de violencia que también forman parte de un sistema de valores que discrimina a mujeres y niñas.
Por Valeri Santander (directora regional de PRODEMU)
En Prodemu, a nivel nacional, estamos trabajando en la campaña Violencia Oculta, que se basa en dos pilares: el estudio de Desmitificación del Amor Romántico y Violencia Invisible hecho por el Centro de Estudio de PRODEMU y el Iceberg de la Violencia. El primero, revela cifras que son de violencia sutil e invisible que están normalizadas en las relaciones de pareja. Por ejemplo: anular, humor sexista, controlar, publicidad sexista, lenguaje sexista, micromachismos, invisibilización, culpabilizar, humillar, desvalorizar, ignorar, chantajear emocionalmente y despreciar, entre otras.
Las formas sutiles de violencia, contribuyen a reforzar la cultura de discriminación hacia las mujeres y dan paso a situaciones de violencia visible. Mientras que las formas más extremas de violencia son claramente menos toleradas por la sociedad, sin embargo, al mismo tiempo, existe mayor permisividad para otros tipos menos graves de violencia que también forman parte de un sistema de valores que discrimina a mujeres y niñas.
La definición del concepto de “iceberg de la violencia” fue acuñado por Amnistía Internacional y tiene su origen en 1969, cuando el sociólogo Johan Galtung planteó que la violencia es como un iceberg, donde lo visible es solo una pequeña parte del conflicto. Disminuir o suprimirla supone actuar ante todos los tipos de violencia, que serían tres: la violencia directa, que se concreta con comportamientos y responde a actos de violencia; la violencia estructural, que se centra en el conjunto de estructuras que no permiten la satisfacción de las necesidades y se manifiesta, precisamente, en la negación de las necesidades; y la violencia cultural, que crea un marco legitimador de la violencia y se concreta en actitudes.
La violencia oculta opera de forma “simbólica”, es decir, sobre la base de patrones culturales normalizados que subordina al género femenino, bajo lo masculino. Este tipo de violencia hace sentir a la mujer menos valorada y genera baja autoestima. Se pierde la sensación de empoderamiento y autonomía, ya que en muchos casos las mujeres son convencidas de que es un hecho aislado, que sólo ocurrió una vez y por algo específico, hasta que se normaliza.
Cuando nos preguntan por qué queremos tocar ese tema, es porque en PRODEMU queremos avanzar en la autonomía de las mujeres y este tipo de violencia oculta impacta directamente. Creemos que hombres y mujeres deben caminar juntos, en igualdad. La educación dentro de las distintas familias debe estar al centro de todo, ya que la conciencia de género define nuestra identidad y se transmite en la familia, que es el núcleo del modelo primario en la sociedad.
La campaña busca alertar a la comunidad para que estén atentos ante hechos de violencia contra las mujeres. El llamado no sólo es a las mujeres a poner límites a este tipo de actuaciones, sino que llamamos a toda la comunidad a las familias, hombres, mujeres, niños, niñas y adolescentes a hacerse parte.
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