¡Exclusivo! Proyecto de Cementerio Parque Ambrosio: una disputa social y económica que supera lo ambiental y urbanístico

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Por Rocío Hormazábal Besnier y César Hormazábal Villalobos
“Los vecinos nos hemos sentido desamparados por las autoridades competentes”, dice Carlos Abujatum, empresario y vecino del sector Las Vertientes, en el lado norte de Linares. Lo afirma al recordar cómo se enteraron del proyecto del cementerio: no por una autoridad, sino por un mensaje de WhatsApp enviado por la presidenta de la junta de vecinos, Margarita Álvarez.
Desde fines de noviembre, cuando se supo que un cementerio tipo parque se construiría en su barrio, el conflicto no ha parado de crecer. La reacción inicial fue una mezcla de incredulidad y angustia, que luego se transformó en una organización vecinal firme que ha reunido varias observaciones en el proceso de participación ciudadana. Lo que está en disputa, dicen, no es sólo el destino del terreno, sino el derecho a vivir sin imposiciones en un entorno que valoran por su identidad agrícola, comunitaria y residencial.
En la otra vereda está la empresa Parque Ambrosio, que defiende el proyecto como una necesidad urgente y justa para Linares. “Nosotros hablamos de un jardín memorial, un concepto distinto al del cementerio tradicional”, afirma Nicolás Brevis, vocero del proyecto. Si bien reconoce que ha faltado diálogo transparente, asegura que el diseño es sustentable, seguro y pensado para toda la comunidad.
El caso del Parque Ambrosio es más que una polémica puntual: es una radiografía de cómo se distribuye el poder sobre los territorios, qué voces son escuchadas y qué tipo de ciudad están construyendo los habitantes de Linares.
LINARES, MUERTE Y CIUDAD
En Linares y en muchas otras comunas del país los cementerios están llegando a su capacidad máxima y el acceso a una sepultura digna se ha vuelto una problemática común para las familias, debido al elevado costo de los espacios disponibles. “Linares requiere con urgencia un nuevo cementerio”, afirma Nicolás Brevis. “Sabemos que hay familias que enfrentan dificultades para costear opciones actuales, y entendemos que esto es una preocupación especialmente sensible para la población adulto mayor.”
A fines de 2023, la empresa ingresó al Sistema de Evaluación Ambiental (SEA) un proyecto para construir un cementerio privado de tipo jardín memorial en el sector Las Vertientes, camino a La Posada. Se trata de una zona agrícola y residencial, con un fuerte conglomerado vecinal y con mucho valor simbólico entre sus habitantes. La situación contrasta con lo ocurrido en otras zonas de Linares.
Los tres cementerios de Linares, tanto los de dominio del obispado (Campo Sacro y Parroquial San José) y el privado (Parque Las Rosas) están ubicados en sectores periféricos y de menores ingresos, donde no hubo oposición vecinal ni recursos para organizar una resistencia. Esta es una gran diferencia si contrastamos un barrio consolidado como Las Vertientes y las poblaciones en los márgenes de la ciudad.
Por ejemplo en otras comunas del país, como Caldera, Chañaral o zonas rurales de Aysén, se han construido cementerios sin movilización vecinal significativa, incluso en contextos de irregularidades sanitarias o falta de permisos formales, según reportes de medios como CIPER y estudios patrimoniales regionales. En Las Vertientes en cambio, la comunidad se organizó. Según Carlos Abujatum, líder de la mesa “No al Cementerio”, el proyecto Parque Ambrosio recibió 426 observaciones durante el proceso de participación ciudadana ante el SEA. En este caso, la muerte no pasa desapercibida.
CEMENTERIO PARQUE AMBROSIO: MEMORIA VERDE Y NOVEDOSO MODELO
Parque Ambrosio escapa de lo que comúnmente conocemos como cementerio. El diseño contempla sepultación horizontal, barreras naturales y artificiales que evitarían filtraciones y fuentes de agua tipo espejo que ayudarían a generar un microclima favorable. “Se realizaron estudios de impacto ambiental, análisis de las napas subterráneas y evaluación de las condiciones geológicas del terreno”, explica Brevis. “Estamos plenamente disponibles para gestionar instancias en las que estos antecedentes puedan ser conocidos en profundidad por los vecinos y vecinas del sector”.
Según la empresa, el terreno ubicado en el camino a La Posada fue escogido por su viabilidad técnica debido a la cercanía a una línea de colectivos, lo que permitiría garantizar un acceso más equitativo para personas mayores o sin vehículo. Además, la iniciativa buscaría ofrecer precios más accesibles que los cementerios ya existentes en la ciudad. “Queremos ofrecer una alternativa real y accesible para todos. Sabemos que hay familias que enfrentan dificultades para costear opciones actuales”, sostiene.
La propuesta está inspirada en modelos internacionales de cementerios abiertos y paisajísticos, como los que existen en Canadá, Alemania o Colombia. Para Brevis, el proyecto no solo responde a una necesidad urgente de Linares, sino que además representa una oportunidad para cambiar la forma en que se vive la muerte en el espacio urbano linarense.
EL DERECHO DE OPONERSE
La noticia de la construcción del cementerio llegó por WhatsApp. A fines de noviembre de 2023, la presidenta de la junta de vecinos de La Posada informó al grupo comunitario que el proyecto de un cementerio tipo parque sería emplazado en Las Vertientes. Hasta ese momento, nadie en el sector había sido consultado ni informado formalmente. La reacción fue inmediata: “incredulidad, indignación, estrés, angustia”, enumera Carlos Abujatum, uno de los vecinos que encabeza la oposición.
A partir de ese momento se organizó la mesa “No al Cementerio”, integrada por residentes y productores agrícolas del sector, muchos de ellos jefas de hogar o trabajadores que dependen del uso del suelo y del agua. La preocupación no solo se centró en la posible contaminación. “Una vecina cultiva yerbas medicinales, tiene al marido con cáncer y una hija con síndrome de Down. A ella ya le han dicho que no le comprarán su producción, porque no hay garantía de no contaminación de las aguas”, relata Abujatum.
El miedo a perder la vida comunitaria del lugar es transversal. “Somos una comunidad agrícola-residencial, solidaria, donde convivimos todos”, enfatiza. “Nos conocemos entre todos. Nos apoyamos en cosas grandes y chicas. Eso es lo que tememos perder”. La afectación, según explican, no sería solo ambiental. “Será a nivel laboral, vial, de seguridad”, advierte. “Se perderá la vida de barrio que hemos disfrutado por años de años”.
El nombre del sector “Las Vertientes” es mucho más que un símbolo, ya que a pocos metros del lugar existe un humedal, y dos sistemas de agua potable rural (APR), La Posada y La Torre, que abastecen a más de 2.000 personas. “Ya ha pasado que no han querido certificar huertos frutícolas vecinos de cementerios”, asegura. En un sector que vive de la agricultura, esa incertidumbre es un golpe directo.
También la desconfianza hacia las autoridades ha sido otro factor clave. En una de las reuniones de participación organizadas por el SEA, Abujatum sostiene que el representante del proyecto del cementerio saludó como “amigo” al director regional del servicio, lo que generó incomodidad inmediata. Además los dueños del proyecto han entregado dinero a organizaciones locales como Deportes Linares y la Fiesta del Ají, lo que ha generado sospechas en parte de la comunidad. “En estos negocios tan rentables actúan tal como los carteles de drogas: repartiendo dinero a diestra y siniestra”, acusa. Pese a eso, insiste en que la comunidad no está cerrada al desarrollo: “Nunca nos hemos opuesto a proyectos que traen desarrollo real. Siempre han sido un aporte. Pero este, en cambio, significa perder”.
DESIGUALDAD TERRITORIAL Y PODER CIUDADANO
A simple vista, este conflicto parece un buen ejemplo de organización y unión vecinal, ya que presentan una activa participación institucional, pero para Carla Alegría, cientista política y ambientalista, hay que mirar más allá: “Este conflicto va mucho más allá de lo ambiental. Lo que realmente está en juego es la forma en que concebimos el territorio, el acceso equitativo a los servicios públicos y la distribución del poder en la toma de decisiones”.
Alegría no se opone al proyecto. Por el contrario, cree que Linares necesita urgentemente un nuevo cementerio, pero que el problema ha estado en la forma de comunicarlo y gestionarlo. Aun así, reconoce que el rechazo vecinal es legítimo, sobre todo cuando se trata de la posibilidad de pérdida de valor de las propiedades o a la transformación del entorno. “Es un argumento legítimo en cualquier discusión urbana”, señala. Y al mismo tiempo lanza la pregunta: “¿Por qué ciertas causas logran más apoyo que otras, y qué rol juega ahí la posición económica y simbólica del territorio?”
Desde su perspectiva, el caso de Las Vertientes muestra una paradoja. Por un lado, la comunidad ha logrado incidir con fuerza. Por otro, esa misma capacidad de organización está directamente ligada al perfil socioeconómico del barrio. “En sectores con más recursos, es más probable encontrar redes organizadas, acceso a asesorías legales o técnicas, y una mayor visibilidad pública para expresar el descontento”, explica. “Eso no es negativo en sí mismo, pero sí muestra cómo la desigualdad territorial también se manifiesta en el derecho a incidir”.
Para la politóloga, el proyecto podría ser una oportunidad si se logra resignificar. “El lugar escogido puede ser una buena alternativa, especialmente si se proyecta como un jardín memorial, algo que aún no existe en la Región del Maule”, señala. Pero advierte que ese potencial solo puede concretarse si el proceso cambia de tono: con participación real, acceso garantizado y planificación urbana inclusiva.
“Hay zonas donde la instalación de un proyecto como este genera resistencia inmediata y muy bien organizada. Otras comunidades, en cambio, luchan por años contra instalaciones que consideran dañinas, como rellenos sanitarios, por ejemplo, sin contar con la misma visibilidad ni respaldo económico”, agrega. Concluye con la idea: lo que está en juego es la forma de habitar la ciudad, donde incluso la muerte depende del lugar en que uno vive.
LO QUE ESTE CASO DEJA AL DESCUBIERTO
El conflicto por el Cementerio Parque Ambrosio no se trata solamente de una disputa por el uso del suelo ni un problema de tensiones entre empresa y comunidad. Este caso ha dejado en evidencia que el poder ciudadano existe, pero que no se distribuye por igual.
En Las Vertientes, los vecinos lograron organizarse, presionar, hacer visible su rechazo y detener momentáneamente el avance del proyecto. Pudieron decir que no, y ser escuchados. En otras zonas de Linares o de Chile, esa posibilidad simplemente no existe. Las comunidades que no tienen recursos, redes o llegada a los medios muchas veces deben aceptar pasivamente decisiones que afectan directamente su entorno.
Unas de las tantas preguntas que deja este caso: ¿quiénes pueden incidir en la ciudad? ¿Quiénes tienen derecho a rechazar, a exigir explicaciones, a cambiar el curso de una decisión? Y también: ¿cómo podemos construir procesos donde ese derecho exista para todos, no solo para quienes tienen más herramientas?
Se suele decir que la muerte nos iguala, ya que a todos nos llega en algún momento, pero el lugar en donde descansan los cuerpos y como esto se organiza socialmente muestra las desigualdades que existe en la muerte.
Quizás este conflicto pueda dejar algo más que un proyecto detenido. Tal vez abra el camino para discutir con mayor honestidad cómo planificamos las ciudades, cómo se distribuye el territorio, y qué tipo de comunidad queremos ser.
Actualmente, el proyecto se encuentra en proceso de revisión por parte del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) de la Región del Maule. Según el cronograma vigente, a fines de junio debería resolverse si la construcción del cementerio será aprobada o no. El futuro de Parque Ambrosio aún no está definido, pero el precedente ya quedó instalado: Esta vez, la ciudadanía en Linares tuvo voz, y estamos a la espera de ver si también tuvo voto.
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