Educación para la paz: tarea pendiente desde el aula de clases
El vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Chile, doctor Víctor Yáñez, señaló que se debe promover un nuevo modelo de enseñanza y aprendizaje en beneficio del discernimiento crítico de los estudiantes como miembros de las actuales ciudadanías
Fuente: Vinculación con el Medio UA Talca. Autor: septimapaginanoticias.cl
Los estudiantes de distintos niveles de escolaridad retornan al aula de clases y con esto se registra un alza en los índices de violencia y mala convivencia escolar. Imágenes recientes de jóvenes manejando un arma de fuego a las afueras de una institución educativa en Chillán, a causa de una rencilla suscitada días anteriores en el patío del mismo establecimiento, hacen referencia de la necesaria reflexión y puesta en debate sobre la ascendente violencia social, ocurrida de distintas maneras, desde conflictos armados hasta agresiones en el hogar o ambientes escolares.
Para el doctor Víctor Yáñez, vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Chile en Talca, es preciso promover y consolidar desde las instituciones educativas una cultura de respeto, reconocimiento y paz (Vinyamata, 2007; Fisas, 1998), mediada por contextos éticos que incentiven e inspiren principios, valores y saberes, en atención a los derechos humanos, la diversidad y la democracia.
“Es necesario promover un nuevo tipo de enseñanza-aprendizaje en pro del discernimiento crítico de los y las estudiantes, como miembros de las actuales ciudadanías, de modo de abordar los factores que propician efectos negativos…Los conflictos han de ser comprendidos como posturas antagónicas necesarias para enriquecer vínculos y modos de ver la realidad. Así, los ciudadanos deberían ser capaces de transformar incompatibilidades en oportunidades”, precisó.
A juicio del académico, también director de la carrera Trabajo Social en Talca, es preciso recuperar la sociabilidad, solidaridad y compañerismo, lo cual implica superponer el diálogo y el buen trato ante cualquier forma de violencia posible, puesto que se puede presentar “como humillación, desprecio, menoscabo y deshumanización”. Se trata de “sentimientos negativos” que, según Axel Honnet (2018), “niegan la validación y legitimación entre unos y otros, impostando la rivalidad, la indolencia y la mezquindad, entre muchos otros antivalores”.
Yáñez realizó un llamado a estudiantes, docentes, directivos y representantes a gestar entornos académicos donde prime el respeto y la paz. Entre las prácticas posibles, aconsejó: no calificar ni etiquetar, evitar comparaciones y respetar el lugar que cada uno ocupa en el mundo.
“Toda persona enfrenta sus propias circunstancias y ha de hacerse responsable de las consecuencias de sus acciones o decisiones, pero, sin transgredir a los demás”, reflexionó.
EDUCACIÓN PARA LA PAZ
El académico sostiene que se deben evitar una educación restrictiva y una cultura opresiva, ya que pueden provocar rigidez en los puntos de vista, opiniones y creencias, incentivando dogmatismos y apropiación personal de la verdad que, de una u otra manera, generan el menosprecio y la descalificación por no cumplir el estándar de “normalización” impuesto.
En el ambiente educativo esto se manifiesta en prácticas como el bullying, ciberacoso, daño directo, persecución moral e intimidación entre pares o con docentes, las cuales pueden presentarse como bromas, comentarios, rumores, mentiras o insultos.
“Esto ocurre porque se actúa en relación a cómo se interpreta el comportamiento de los otros y las otras, sin reflexionar al respecto, sino basados en prejuicios…Por lo tanto, es necesario tener presente que la educación para la paz no se limita al perímetro educativo. Considera una multiplicidad de agentes públicos, privados y de la sociedad civil, como también a los medios de comunicación y redes de conectividad que influyen en la formación del comportamiento individual y social mediante la difusión y transferencia de ideales que afectan aspiraciones, expectativas y exigencias”, acotó.
ATENTA CONTRA LA INTEGRIDAD
Yáñez apuntó que la violencia en sus distintos formatos atenta contra la integridad y maneras de convivir en sociedad, lo cual trae consigo opresión, racismo, xenofobia, homofobia, terrorismo, abusos, vandalismo, acoso escolar o laboral e incluso muertes.
“Debemos tener en cuenta que la paz es el pilar fundamental en la reconstrucción del tejido social, ya que supone un ideal de vida para las generaciones presentes y futuras”, aseveró.
Para Yáñez, personas e instituciones deben realizar esfuerzos y desarrollar programas basados en el debate, reflexión y aprendizaje conjunto como instancias para incentivar la conversación, el acuerdo y mutua ayuda en la solución del conflicto, por parte de los propios implicados, quienes han de aprender a actuar colaborativamente y sin temor o resistencia al cambio.