Eduardo de la Fuente Ceroni: tras los pasos del moai perdido
La pieza arqueológica descrita, de enorme valor arqueológico e incalculable valor comercial en el mercado global formal o informal, desapareció de la isla después del Golpe de Estado de 1973; según me narró un amigo de etnia Rapa Nui, que había visto ese moai en su colegio, comentando que tal vez se lo había llevado una autoridad de la época al Continente, que es como llaman allá a Chile. Desde mi visita en los 2000 estuve tratando de averiguar sin éxito dónde estaba el moai, que no aparece registrado por la Dirección de Bibibliotecas, Archivos y Museos, ni en los registros de universidades y/o que resultase conocido por arqueólogos dedicados a la investigación de la cultura Rapa Nui que contacté en última instancia.
Por Eduardo de la Fuente Ceroni (ingeniero civil electricista de la Pontificia Universidad Católica de Chile)
Era la primavera de 1972 cuando tuve la oportunidad de visitar por primera vez la isla de Rapa Nui, nombrada por visitantes holandeses a comienzos del Siglo XVIII “Isla de Pascua”.
Al año de mi visita estaban habilitadas como Museo un par de salas del Liceo de la Isla Rapa Nui, para albergar las piezas arqueológicas que cada día estaban apareciendo en las exploraciones que distintos arqueólogos habían realizado en el pasado y realizaban en esa época.
En ese primer viaje a la isla visité dicho museo y me impresionó ver un Moai Kava Kava, moai tallado en madera, de una altura cercana a 1,4 metros. Mayor impresión tuve cuando el encargado de la exhibición me indicó que estaba tallado en madera de Toromiro, árbol endémico de la isla y extinto en el siglo XIX; razón por la cual pedí autorización para sacar el moai de la sala para fotografiarlo con mejor luz. Tomé en brazos el moai y me llamó la atención lo liviano que era, comparado con el peso que tendría una escultura de similar tamaño en madera nativa del continente, la textura de la madera la encontré algo porosa, de grano muy fino, color café claro y todo el aspecto del moái demostraba muy obviamente su antigüedad.
La única fotografía que tomé del moai, en blanco y negro, se muestra a continuación; luego de efectuarla, regresamos el gigante moai centenario a su lugar en dicho museo improvisado.
Las dimensiones del moai indican que se talló desde un tronco de toromiro adulto, tal vez de unos 50 o más años, que debió tener un diámetro de su tronco de al menos 50 centímetros. Toromiros de ese tamaño según me explicaron hace unos meses ya no existían en el Siglo XIX, sólo había arbustos pequeños que además estaban amenazados por los rebaños de ovejas introducidas en la isla.
Visité nuevamente la isla en los años 2000 y me impactó ver que en el museo especialmente construido no estaba el moai Kava Kava que había visto y fotografiado en 1972. Los encargados del museo de la isla nos señalaron que no tenían un moai de esas características, que todos los Kava Kava que existían en la isla eran como los exhibidos, que no tenían más de unos sesenta centímetros de altura.
La pieza arqueológica descrita, de enorme valor arqueológico e incalculable valor comercial en el mercado global formal o informal, desapareció de la isla después del Golpe de Estado de 1973; según me narró un amigo de etnia Rapa Nui, que había visto ese moai en su colegio, comentando que tal vez se lo había llevado una autoridad de la época al Continente, que es como llaman allá a Chile.
Desde mi visita en los 2000 estuve tratando de averiguar sin éxito dónde estaba el moai, que no aparece registrado por la Dirección de Bibibliotecas, Archivos y Museos, ni en los registros de universidades y/o que resultase conocido por arqueólogos dedicados a la investigación de la cultura Rapa Nui que contacté en última instancia.
Junto con lo anterior, llamé en enero al museo de la isla para inquirir sobre el moai, pero el encargado me comunicó que no tenía conocimiento que existiera esa pieza arqueológica. Entre las piezas de moai Kava Kava existentes en los museos nacionales no hay piezas de tamaño siquiera similar al fotografiado en 1972; todos son de unas pocas decenas de centímetros, como los exhibidos en el museo de la isla.
El valor de un moai Kava Kava antiguo auténtico (se han tallado miles con fines comerciales desde el descubrimiento de la isla) tiene como referencia más cercana el remate efectuado en París a fines del año pasado, cuando se alcanzó la cifra de 958.000 dólares, por un moai de poco más de 50 centímetros.
Con todo lo anterior solicité la colaboración de la PDI de Linares, convencido que sería la única institución capaz de iniciar y sostener con determinación la búsqueda, incluso internacional, de este patrimonio arqueológico de nuestro país; hecho lo cual, con la ayuda del detective señor Ramírez y el apoyo del jefe de la PDI Linares, se efectuó la denuncia respectiva ante la Fiscalía de la ciudad.
La gestión inicial de la PDI incluyó la visita de efectivos de la isla para entrevistar a los encargados del museo, visita que motivó que el encargado se abocara a revisar antecedentes, los que finalmente dieron con el moai prácticamente olvidado en un depósito de la isla, en lugar de estar en exhibición y debidamente registrado por la DIBAM por tratarse de una pieza única y de un gigante de su especie.
Nunca sabremos si el moai estuvo siempre en la isla o si fue llevado al Continente o fuera del país y luego devuelto. Pero sí sabremos que los linarenses debemos estar orgullosos que nuestra gente lo sacó nuevamente a la luz pública.
Recientemente, ante arqueólogos y sociólogos dedicados a la cultura Rapa Nui expuse estos hechos, quienes manifestaron que a contar de ahora el moai perdido pasará a ser parte de sus registros e investigaciones.
La foto en colores es del momento del hallazgo del hermoso moai olvidado en el depósito de la isla.
(El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Séptima Página Noticias).