Rodolfo Castro Morales: un ambiente disperso acompaña la nueva Constitución

Rodolfo Castro Morales: un ambiente disperso acompaña la nueva Constitución
Rodolfo Castro Morales es ingeniero comercial y MBA en IEDE Business School .

Según la última encuesta de Cadem, el Apruebo y el Rechazo han aminorado sus distancias; sin duda que abrir espacios de mayor democracia en el Congreso, no mediando el existente equilibrio de fuerzas entre el oficialismo y la oposición, podrían intensificar el juego de presiones por alianzas y el clientelismo de las diversas bancadas. Dado este panorama y frente a un eventual triunfo del Apruebo, obligarían al Gobierno y jefes de bancadas a desplegar un gran esfuerzo por acercar fuerzas políticas transversales y aquellas fuera de coalición a confrontar los cerrojos ya instalados en aquellas disposiciones transitorias que son estructurales y fundamentales para la marcha del Estado y de sus organismos


Por Rodolfo Castro Morales ( ingeniero comercial y MBA en IEDE Business School )

            En un convulsionado escenario se desarrolla la campaña del Apruebo y el Rechazo de la nueva Constitución. La polarización y el sorpresivo protagonismo de los Partidos Políticos por recuperar espacios de poder en un intento de legitimarse han politizado aún más este proceso plebiscitario. En tanto, el Gobierno es alertado de intervencionismo, situación que era predecible, pues ha debido redoblar esfuerzos para hacerse parte activa de este proceso constituyente, dada su escasa popularidad en un ambiente que le es hostil. Hoy es sustancial el debate de las normas más controversiales referentes al tema de pensiones, agua, plurinacionalidad, justicia indígena, policías no militares, fin del Senado, interrupción del embarazo y sintiencia animal.

En el marco de la organización y administración del Estado y del régimen político, precisamente en este último caso, como pilar fundamental será primordial legitimar una nueva institucionalidad que recupere los espacios de poder y la respetabilidad del sistema político en el rol de la política pública. Por cierto, que la gobernabilidad por parte de gobiernos fuertes en la figura de un primer ministro, como sería un sistema semi-presidencial, podría devolverles un rol más potente a los Partidos Políticos mayoritarios y no a mayorías eventuales, lo cual haría más representativo el funcionamiento del aparato legislativo. 

No cabe duda de que hoy el liderazgo de los Partidos Políticos se han desmarcado del control político de sus bancadas en el Congreso. En este sentido, la disciplina partidaria ha dado paso a una fragmentación de intereses donde se hace cada vez más difícil retomar la agenda ante eventuales proyectos prioritarios que el gobierno anunció en su campaña, como son aquellas propuestas en materia de pensiones, reforma tributaria, etc., concentrándose hoy solo en acusaciones constitucionales y en una agenda legislativa sin grandes novedades.

Según la última encuesta de Cadem, el Apruebo y el Rechazo han aminorado sus distancias; sin duda que abrir espacios de mayor democracia en el Congreso, no mediando el existente equilibrio de fuerzas entre el oficialismo y la oposición, podrían intensificar el juego de presiones por alianzas y el clientelismo de las diversas bancadas. Dado este panorama y frente a un eventual triunfo del Apruebo, obligarían al Gobierno y jefes de bancadas a desplegar un gran esfuerzo por acercar fuerzas políticas transversales y aquellas fuera de coalición a confrontar los cerrojos ya instalados en aquellas disposiciones transitorias que son estructurales y fundamentales para la marcha del Estado y de sus organismos. 

Desde esta perspectiva, ya es hora de acabar con las trincheras políticas y personalismos, ya que en este paso fundamental de discusión y promoción de la Carta fundamental, requerirá la cohesión necesaria; cualidad que ha ido difícilmente consolidándose a poco andar, no mediando el relativo encapsulamiento de trabajo en sus inicios. 

En este ambiente de polarización, existe un punto de análisis que es correlacional a la gestión gubernamental, y que podría tener un impacto en el favoritismo y ligereza en tomar una decisión el día del plebiscito, la cual se refiere a los paliativos del gobierno frente al alza del costo de la vida de la población, aunque vayan por carriles separados. A pesar de que existe claridad de sus causas, en su mayoría exógenas, sus efectos han provocado presiones alcistas en el tipo de cambio, combustibles y alimentos. En este sentido, el conflicto bélico en Ucrania ha generado barreras logísticas en la distribución de alimentos y combustibles; también se suma la readaptación paulatina de energías más limpias en la producción mundial. En este disperso panorama, los efectos de riesgos internos son inciertos, como es el proceso político chileno, y los tipos de interés que sin duda están frenando la toma de decisiones de inversión. En definitiva, las expectativas racionales de los agentes económicos en este ambiente de dudas, aún no ven esperanzas de solución al respecto.

Estamos conscientes que los focos apuntan al pronunciamiento plebiscitario que se viene raudamente, en donde se conjugan opiniones y descalificaciones en un ambiente incierto; también, no existen actores sociales y políticos dotados de liderazgo suficiente. Es relevante en este último aspecto, el cambio generacional en la política que todavía pareciera ser experimental y una institucionalidad que pierde paulatinamente poder. En general, estas son razones suficientes para anidar posturas extremas y desinformadas, con una clara intención de ganar dividendos políticos a través del miedo y terror, como son las expresiones destempladas por estos días de José Antonio Kast, de algunos empresarios, y la intervención del diputado UDI Iván Moreira, quien llamó a observadores de la OEA para que supervigilarán este proceso plebiscitario.

En materia económica las cifras del INE lo dicen todo; preocupante es el IPC de junio de 0,9%, un alza del 7,1% del IPC en lo que va del año y de 12,5% en 12 meses. En términos del desacople de las expectativas y tomando la encuesta de Expectativas Económicas que se realiza en los primeros días de cada mes, el mercado pronosticaba un IPC del 0,8% para junio, y un sondeo a operadores financieros proyectó un 1,0%. Bloomberg apostaba una cifra similar, pero el dato definitivo estuvo por debajo de las estimaciones más recientes que anticipaban un 1,1%. Por cierto, que el momento económico no es el más plausible y va camino a agudizarse, ya que, si bien es posible morigerar esta crisis a partir de la intervención algo más razonable por parte del Gobierno, y concretamente, una mayor participación de los grupos de interés en pos de acuerdos sociales y políticos amplios y sustantivos, no sería descartable una mayor gradualidad por liderar instancias en esta dirección, por cuanto capitalizaría una mayor confianza esperable. En contraposición a lo anterior, persistirán los niveles preocupantes de pobreza que se han incrementado post-pandemia en un contexto ad-portas al Plebiscito, lo que debiese a movilizar al Congreso hacia urgentes iniciativas en estén plano e intensificar señales de unidad y cordura para los nuevos aires que se vienen.

El cuadro sinóptico que observa América Latina, es la fragmentación y crisis de representatividad de los Partidos Políticos; una institucionalidad con serios problemas; la corrupción política; la pobreza por arriba del 30% en promedio; atisbos de recesión; las presiones de depreciación de monedas; la inseguridad en todo ámbito; entre otros. Lo anterior y dada la arremetida gobiernos de izquierdas, al menos son señales más progresistas, las cuales han apostado a proyectos constitucionales inclusivos, mirando a Chile como un referente digno de imitar.