Fuente: Facebook MELADO. Autor: septimapaginanoticias.cl
Una de las obras de regadío más importantes, además de ser considerada una verdadera proeza de ingeniería, por las difíciles
condiciones del terreno, es la construcción del Canal Melado, cuyas decisiones iniciales datan de 1910 y el único antecedente de una obra de esta envergadura, es la del Canal San Carlos o de Maipo, cuya ejecución viene de 1742, es decir, un siglo y medio antes.
Uno de los agricultores que más intensamente gestionó esta obra fue don Carlos Lamas, quien expuso el proyecto a las instancias parlamentarias desde 1910, pero, pese a su beneficio, las condiciones económicas del país impedían abordarla.
El 9 de diciembre de 1914 se dictó la ley 2953 que autorizaba la inversión de cuatro y medio millones de pesos en la construcción de un canal derivado del río Melado y que desembocara en el río Ancoa.
El Ministerio la Dirección de Obras Públicas hizo los estudios respectivos, con un presupuesto que alcanzada a poco más de los cinco millones. En definitiva, la obra superó los ocho millones de pesos de la época.
Se estableció que la mayor dificultad de lo planteado era la construcción de un túnel de casi mil metros de largo, pero que en definitiva sería tres veces el tamaño.
En abril de ese año, el Intendente Domingo del Solar viajó a Santiago a reunirse con autoridades de gobierno para agilizar este proyecto. En entrevista que dio a la prensa local informó que la inspección del ramo estaba recopilando los antecedentes y datos que permitieran a los interesados en esta obra tener claridad sobre la cuota que les corresponde pagar, faltando hasta ahora 8.000 hectáreas para completar las 35.000 que exigen las bases, todo lo cual se daría a conocer en un folleto a ser publicado para información detallada de los interesados.
Precisó la autoridad provincial que el gravamen por hectárea de los terrenos regados por el canal no pasaría de $ 144, los cuales se pagarían en 30 años.
DETALLES DE INGENIERÍA DEL PROYECTO
Correspondió al ingeniero civil Carlos Ponce de León Gotterbarm autor del proyecto, dar a conocer los detalles técnicos de la obra, a través de la prensa. Se explicó que regaría 130.000 hectáreas de los alrededores de Linares, tomando 30 metros cúbicos del río del mismo nombre y los conduciría hasta el río Ancoa, en un recorrido de 23 kilómetros, con numerosas obras de arte, entre ellos el túnel de la cuesta del Melado, que separa a ambos ríos y que tendría una extensión de aproximadamente cuatro kilómetros y no de mil como se dijo inicialmente.
El río Melado está a un nivel de 86 metros más bajo que el Ancoa, frente a la parte más favorable para atravesar la cuesta del Melado. En consecuencia, para pasar de un río a otro es necesario partir del río Melado a un nivel superior que el Ancoa. Además debía dársele a la corriente de agua en el canal, velocidad adecuada, especialmente en el túnel, para reducir en lo posible el costo.
En vista de esto se ubicó la bocatoma en la ribera izquierda del río Melado, cerca de la confluencia de la quebrada del Castillo con este río. En este punto hay un macizo de roca que asegura la estabilidad del canal.
En mayo de 1926 el contratista de las obras del Melado, Juan Guillermo Dartnell informó a las autoridades que se efectuaría la tradicional ceremonia de encuentro del túnelque se excavó, simultáneamente desde ambos lados, lo cual se verificaría el 22 de mayo.
Por tal motivo llegaron a Linares y se dirigieron hacia el interior de la Cordillera, el Director General de Obras Públicas Guillermo Illanes Beytia, el Secretario General Vasco Solar, el Inspector de Puentes, Ingeniero Carlos Allende, el Subsecretario de Obras Públicas Luis Mora y el Contador de la Dirección General Santiago Gibson. Con ellos viajó el periodista de La Estrella Mateo Arellano.
Fueron recibidos en una explanada en las inmediaciones del túnel por el Contratista, Juan Guillermo Dartnell, el Inspector Fiscal Alberto Espina, el Contador de la administración Abel Arellano, los ingenieros Carlos Valenzuela y Enrique Aldunate. Especialmente invitado estuvo don Carlos Álamos.
Aun cuando llovía torrencialmente, la comitiva llegó sin problemas al lugar, denominado Campamento de Hornillas, situado en una explanada a orillas del Ancoa, en el punto preciso en que el Canal Melado vaciaría sus aguas en este río y también a la entrada del
túnel.
Tas pernoctar en el lugar, en la que funcionaba una central generadora de electricidad desde hacía ocho años, al día siguiente se introdujeron en el túnel, donde se procedió a romper la roca y abrir el socavón hacia el lado oriente, todo ello, según se dijo con matemática precisión.
Será una hermosa lección objetiva para los jóvenes que se dediquen a la carrera de la ingeniería – dijo una crónica periodística de esos días – orgullo para el país y recuerdo imperecedero y hermoso para los ingenieros que tuvieron la concepción de este proyecto, como así mismo de los que dirigieron los trabajos hasta terminarlos.
Las faenas, sin embargo, duraron mucho más de lo previsto en los estudios. En abril de 1921 la Asociación de Canalistas convocó a una reunión del organismo para debatir el tema a solicitud de otros arranques para agricultores que se incorporaban al proyecto. En líneas generales se expresaba que dichos cauces serían tan caros que para muchos canalistas puede resultar ruinoso el citado canal; hay varios a quienes costaría más de mil pesos por cuadra de riego.
Veinte y seis años más tarde, después de su inicio en 1918, las obras seguían en ejecución, los presupuestos se habían suplementado varias veces y, además, una larga lista de muertes y crímenes entre los obreros, jalonaba el acontecer de esas faenas.
Pero el canal Melado transformó en fértiles campos hasta ahora incultos.En años anteriores, dice una nota de La Revista Linares, los fundos La Unión, La Brisa, La Floresta, La Flor, tenían que mantener durante tres meses sus trilladoras para cosechar el
trigo, los frejoles y el heno del trébol que producían sus feraces campos en los cuales se trabajaba de sol a sol sin una protesta, sin un disgusto. ¿Qué decir de las haciendas de Yerbas Buenas, Longaví, Retiro y Parral? Eran otros centros agrícolas y ganaderos que mantenían sus bodegas repletas de cereales, quesos y charqui, más una abundante reserva de vinos y un incalculable número de ganado de engorda y de lechería.
El Molino de El Almendro, de El Peral, los de Loncomilla, Copihue y Parral y otros de menor capacidad daban vuelta el año preparando la harina de flor que abastecía los mercados de todo el país.
Las obras definit vas son entregadas el 5 de mayo de 1950 por el ingeniero Dionisio Retamal, debiendo hacerlo en la Intendencia ante la ausencia de la directiva de esa asociación de regantes. Sin embargo el 8 de julio de 1950 el gobierno debe seguir administrando el canal, ante la negativa de los accionistas de asumir esa responsabilidad.