Por Carla Alegría Vásquez (cientista política, politóloga y experta en desarrollo organizacional y políticas públicas)
Analicemos el fútbol en Chile a propósito de los últimos eventos que han sido noticia. Más allá de reconocer que ya no contamos con una Generación Dorada como la que nos llenó de orgullo hace algunos años, la situación de los clubes tampoco es alentadora. Muchos coinciden en que la precariedad del sistema nacional es una de las razones por las que los grandes talentos buscan oportunidades en el extranjero para desarrollarse profesionalmente.
Estamos ante una crisis estructural que va más allá de los resultados en la cancha. La tragedia ocurrida recientemente en el Estadio Monumental, donde dos jóvenes hinchas de Colo Colo —de 13 y 18 años— perdieron la vida en una avalancha provocada por un ingreso masivo y desordenado, ha puesto en evidencia las falencias en la seguridad y la organización de los eventos deportivos en Chile.
Aunque la Ley 19.327 (vigente desde 2013 y con antecedentes desde 1994) establece derechos y deberes para asistentes, organizadores y administradores, su implementación efectiva sigue siendo deficiente.
Este lamentable hecho ha desatado una ola de críticas hacia las autoridades. La falta de liderazgo y transparencia en la ANFP ha centrado la atención en su presidente, Pablo Milad, cuya gestión ha sido duramente cuestionada por no avanzar en áreas clave como la seguridad en los estadios y el fortalecimiento del fútbol formativo. Incluso, una conferencia académica que Milad dictaría en la Universidad Católica del Maule, sobre cómo gestionar en tiempos de crisis, tuvo que ser cancelada debido a la evidente incoherencia con los hechos recientes.
Si bien algunos sostienen que hay clubes que podrían pagar seguridad privada para no depender de Carabineros —quienes no dan abasto para las verificaciones del OS10—, la realidad es que los costos son altísimos y, en situaciones críticas, igualmente debe intervenir la fuerza pública. Urge repensar los sistemas de seguridad, pero también urge, como ciudadanos, no abandonar los estadios. Recuperar estos espacios es también resistir.
Esa misma necesidad la ha planteado con claridad Mariela Vásquez en Club Deportes Linares. Recordemos que la Ley N° 20.019, que permitió transformar los clubes en sociedades anónimas deportivas, buscaba profesionalizar el fútbol. Sin embargo, también ha generado una desconexión entre los clubes y sus comunidades al reducir la participación social en la toma de decisiones.
Según Vásquez, si 2.000 personas asistieran a cada partido de local, podrían sostenerse sin recurrir a otras formas de financiamiento como vender comida por delivery. Aunque es admirable cómo se las han ingeniado para subsistir, los costos operacionales y el pago de cotizaciones previsionales bordean los 40 millones de pesos mensuales. Es una carga que no puede seguir descansando solo en la directiva y la hinchada más comprometida.
¿Qué pasa entonces con los linarenses que no están yendo al estadio? La falta de asistencia ha obligado al club a buscar alianzas con empresas locales. En marzo de este año, por ejemplo, lograron que Buses Altas Cumbres traslade al equipo gracias a un convenio, y Parque Ambrosio donó 10 millones de pesos para alentar el espíritu local. Pero esto, con una mirada a largo plazo, no es suficiente. Se necesitan más empresas locales que se interesen en invertir en su comuna. Más personas que muestren empatía por sostener el deporte como una forma real de vinculación con lacomunidad, la salud y la familia.
Hoy, Deportes Linares funciona bajo una doble estructura:
● La Corporación Club Social y Deportes Linares, sin fines de lucro, que representa a los socios y busca mantener el vínculo con la comunidad.
● La Sociedad Anónima Deportiva Profesional (SADP), reconocida por la ANFP para competir profesionalmente y permitir inversión privada.
En 2022 se promovió la creación de la SADP vendiendo acciones a simpatizantes del club, con el objetivo de evitar que inversores sin vínculos reales se apoderaran de la institución. Aun así, los desafíos financieros persisten. Aportes de socios, subvenciones municipales (como los 100 millones aprobados en 2023), y actividades como rifas o partidos benéficos no logran resolver del todo la situación. Incluso, en 2024, el exfutbolista Jaime “Pajarito” Valdés invirtió cerca de 900 millones, pero en 2025 anunció su intención de vender su participación, y la incertidumbre que ha generado ya ha pasado los límites, y parte de su hinchada se lo ha dejado ver.
Un incómodo momento fue el que vivió Jaime Valdés el pasado fin de semana. “Pajarito” recibió insultos por parte de los hinchas de Deportes Linares tras anunciar que no seguiría siendo inversionista del club. Ante estos feos comentarios, tuvo que salir a defenderse en un medio de comunicación, en el que explicó su postura: “Financieramente nosotros estamos pasando por un momento bien complicado. Después de estar dos años a cargo, donde invertimos mucha plata, tuvimos un problema de liquidez y se lo hicimos saber a la Corporación”, comenzó diciendo en el programa Deporte en Acción de Radio Ancoa.
“Le propuse (a Mariela Vásquez, presidenta de la Corporación) que ellos se hicieran cargo estos primeros tres meses de torneo, para así nosotros poder juntar un poco de dinero y tomar lo que resta del año. Ella, sin ningún problema, tomó este desafío y así estamos”, añadió.
“Me gritan que yo cagué a una ciudad, cuando es todo lo contrario. Lo único que quiero es poder conseguir un inversionista que se haga cargo para que el Depo pueda seguir en el campeonato y no tenga que desaparecer.”
Finalmente, aclaró que puso a disposición sus acciones “para que las tomara cualquier persona, asumiendo la pérdida de los dos años sin ningún problema y que se hiciera cargo un inversionista. Lamentablemente, hasta el momento no hemos podido encontrar a nadie y por eso llegamos a esa idea de que la Corporación asuma estos meses”.
Historias como la de Valdés muestran que no basta con la voluntad individual: sin un compromiso colectivo, el fútbol local seguirá al borde del abismo.
El fútbol es una pasión que une a millones de chilenos. Pero para que siga siendo un espacio de encuentro y alegría, debemos enfrentar con decisión y transparencia los problemas que lo amenazan. No se trata solo de goles ni de títulos: se trata de comunidad, memoria y pertenencia.
Deportes Linares necesita del compromiso de todos: comunidad, sector público, inversión privada… y también de ti, que aún no has vuelto al estadio. Todos tenemos derecho a vivir un fútbol seguro, transparente y sin miedo. El primer paso ES IR AL ESTADIO".
(El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de Séptima Página Noticias).