Concejal Carlos Castro Romero: ¿Por qué se ha rechazado el plan de riesgos de inundaciones? Siete razones que lo explican

Concejal Carlos Castro Romero: ¿Por qué se ha rechazado el plan de riesgos de inundaciones? Siete razones que lo explican
Carlos Castro Romero, concejal por la Municipalidad de Linares.

"Esperemos que venga el momento en que podamos trabajar de nuevo este tema con la lógica de protegernos, de ser menos protagonistas por lo mal que lo pasamos ante las catástrofes y de disfrutar responsablemente de nuestras bellezas naturales", dijo la autoridad en columna de opinión para Séptima Página Noticias


Por Carlos Castro Romero (concejal por la Municipalidad de Linares y profesor)

        El año 2023, Linares fue una de las comunas más afectadas por los temporales e inundaciones invernales, dejando una secuela de destrucción de numerosas viviendas, de infraestructura vial y de riego, de pérdida de vidas humanas, aislamiento de los sectores precordilleranos y una deuda millonaria de las arcas municipales. 

Por donde se le mire una catástrofe sin precedentes en nuestra historia reciente, lo que ameritaría aprender de esa tragedia para avanzar con la implementación responsable de planes de prevención ante futuros eventos similares, pero tal como la actitud del “hombre necio”, esto no ocurrió. 

Cuesta entender esta situación, por lo que expondré siete razones por las cuales esto no prosperó, como se esperaría que ocurriera, después de lo vivido.

1.- Un informe de riesgos ineficiente. 

El informe de riesgos tiene el valor de determinar zona de inundaciones en las cuencas de ríos esteros y canales, pero al no categorizar áreas de impacto terminó poniendo todo en un mismo saco y generando confusión e incertezas que, en vez de transformarse en un instrumento de planificación territorial para la prevención, terminó siendo visto como una amenaza.

Este informe tampoco hizo diferencias entre zonas urbanas y zonas rurales que permitieran avanzar por separado en modificaciones, primero al plano regulador urbano y después a la normativa para otorgar permisos de edificación en sectores rurales.

2.- Una mala bajada a la comunidad de estas propuestas de planificación. 

Tanto el MINVU regional como la Municipalidad de Linares mantuvieron actitud displicente ante este informe y sus alcances. Ambas entidades, que estaban llamadas a trabajar colaborativamente en estas materias, dejaron para última hora la comunicación a la ciudadanía, restando así espacio para la reflexión y la participación comunitaria.

En lo particular, la Municipalidad creyó que con anclar los documentos en la página institucional bastaría para que la gente se diera por informada y el MINVU, por su parte, sólo hizo una escuálida presentación del documento ante el concejo municipal y después desapareció de escena, dejando de actuar como la contraparte que debería haber sido.

3.- Se discutió el tema con lógica de campaña electoral. 

Los procesos electorales entorpecieron el debate y en vez de tener una mirada responsable frente al tema se hizo una serie de reuniones que obligaron a sacar compromisos rápidos, reactivos y pensando, más que nada, en asegurar algún rédito en las elecciones de octubre.

Aparecieron los candidatos y candidatas haciendo ofertones, instalando discursos populistas o buenistas,sin embargo con escasa mirada técnica para proyectar una cultura de prevención comunal que ponga en la prioridad la protección de la vida de las personas y de sus bienes.

4.- Se instaló un discurso del miedo. 

El temor es una las emociones básicas que más moviliza a las personas y,  en este caso,  se hizo con dos palabras que corrieron rápidamente por los cajones precordilleranos: expropiación y demolición, conceptos fueron usados mañosamente por particulares y por la máxima autoridad comunal, como el mayor argumento para dejar todo tal cual está y descartar cualquier cambio que venga a regular el desorden que existe en las edificaciones y loteos de los sectores rurales, según lo establece la Contralaría Regional del Maule. Así las cosas, queda instalada la idea de que es mejor que el Estado sólo se haga presente para rescatar y no para planificar.

5.- El alcalde en ejercicio no tiene o no le interesa una mirada de largo plazo. 

Este alcalde no está interesado en proyectar la comuna con visión de futuro, vive del corto plazo y del rédito mediático, por lo tanto, desarrollar instrumentos y orgánicas de prevención de catástrofes no le es prioridad, porque, en el fondo eso no se transforma en noticia y genera pocas cámaras.

Tenemos una comuna que no planifica ni se anticipa, sólo es reactiva. Muestra de esto es que se dejaron pasar fondos del gobierno central destinados a mejorar los planes de prevención comunal y a fortalecer la formación de los equipos de anticipación ante distintos eventos catastróficos que nos puedan afectara.

6.- Hacer cambios toca intereses particulares.

El negocio de los loteos irregulares que se realizó a vista y paciencia de todos los actores locales, con la complicidad de las Notarías, dejó como legado el establecimiento de construcciones sin ninguna norma de edificación y nuestro municipio no pudo o no quiso hacerse parte activa en poner límites a esta situación. Varios inescrupulosos encontraron aquí una oportunidad para vender un sueño a muchas familias que buscaban un espacio apacible y bien cerca del gran atractivo que producen los ríos en época de verano. La situación se hace más compleja aun cuando, ante la instancia de regular, tanto el engañador como el engañado ahora actúan en conjunto para mantener el engaño.

7.- La prevención no es parte de nuestra cultura.

En los procesos de participación llamó mucho la atención que quienes más pusieron observaciones en la plataforma fueron los más afectados y damnificados de la catástrofe, pero planteando que esto ya está superado y no existe más riesgo. El ciudadano común de nuestra comuna se quedó sin expresar opinión, faltó esa voz que se aleja del interés particular y que, desde la cordura, instala las lógicas del bien común, de la protección de nuestros atractivos naturales y de la prevención como desafío comunal. Faltó la voz del campesino que lleva décadas viviendo en los sectores precordilleranos y que sabe que no se debe construir en las orillas de los ríos.

Esperemos que venga el momento en que podamos trabajar de nuevo este tema con la lógica de protegernos, de ser menos protagonistas por lo mal que lo pasamos ante las catástrofes y de disfrutar responsablemente de nuestras bellezas naturales.